La teoría de las estructuras disipativas, conocida también como teoría del caos, tiene como principal representante al químico belga Ilya Prigogine, y plantea que el mundo no sigue estrictamente el modelo del reloj, previsible y determinado, sino que tiene aspectos caóticos. El observador no es quien crea la inestabilidad o la imprevisibilidad con su ignorancia: ellas existen de por sí, y un ejemplo típico el clima.
Los procesos de la realidad dependen de un enorme conjunto de circunstancias inciertas, que determinan por ejemplo que cualquier pequeña variación en un punto del planeta, genere en los próximos días o semanas un efecto considerable en el otro extremo de la tierra. La idea de caos en la psicología y en el lenguaje.
1. Efecto mariposa y caos matemático.- Empezaremos con la parte anecdótica de la teoría del caos, el famoso "efecto mariposa" Es decir, comenzaremos a investigar el iceberg a partir de su punta visible que, como sabemos, es apenas una mínima fracción del total.
En principio, las relaciones entre causas y efectos pueden examinarse desde dos puntos de vista: cualitativo y cuantitativo. Desde la primera perspectiva, las relaciones causa-efecto pueden ser concebidas de varias maneras: a) como vínculos unidireccionales:
A causa B, B causa C, etc., pero los efectos resultantes no vuelven a ejercer influencia sobre sus causas originales; b) como eventos independientes: según esta concepción, no habría ni causas ni efectos: cada acontecimiento ocurriría al azar e independientemente de los otros; c) como vínculos circulares: A causa B, y B a su vez causa A, es decir, el efecto influye a su vez sobre la causa, como resultado de los cual ambos acontecimientos son a la vez causas y efectos. Se trata de los llamados circuitos de retroalimentación, que pueden ser negativos o positivos.
La teoría del caos, en la medida en que considera que existen procesos aleatorios, adopta la postura (b), pero en la medida en que dice que ciertos otros procesos no son caóticos sino ordenados, sostiene que sí, que existen vínculos causales. Los vínculos causales que más desarrollará son los circuitos de retroalimentación positiva, es decir, aquellos donde se verifica una amplificación de las desviaciones: por ejemplo, una pequeña causa inicial, mediante un proceso amplificador, podrá generar un efecto considerablemente grande. No nos alarmemos. Esto lo iremos aclarando poco a poco.
Desde el punto de vista cuantitativo, las relaciones entre causa y efecto pueden ser categorizadas de diferente manera. Examinemos una de ellas, lo que nos servirá como puerta de entrada para ingresar en la teoría del caos.
2. Causa-efecto: relaciones cuantitativas.- Si examinamos las posibles relaciones cuantitativas que pueden existir entre causas y efectos, las alternativas podrían ser las siguientes:
1) Causas y efectos son razonablemente proporcionales: pequeñas causas producen pequeños efectos, y grandes causas grandes efectos (como cuando decimos que, dentro de cierto espectro de variabilidad, cuanto mayor es la frustración mayor será la respuesta agresiva, siendo ambas variaciones razonablemente proporcionales); 2) Una causa pequeña produce un gran efecto (como cuando un comentario intrascendente desata una crisis psicótica); 3) Una causa grande produce un pequeño efecto (como cuando una interpretación nuclear que apunte directamente al conflicto patógeno infantil, genera una respuesta indiferente en el paciente).
Los seres humanos tendemos inevitablemente a creer en alguno de estos supuestos en la vida cotidiana, y por motivos muy diversos. Detrás de toda creencia hay un deseo, que es quien le da su intensidad, su persistencia, su razón de ser. Así, la creencia en una desproporción causa-efecto del caso 2 oculta un deseo de poder: la ilusión de que con muy poco se puede lograr mucho. Está en la base de muchas supersticiones (la posesión de un simple amuleto garantiza nada menos que felicidad). De modo parecido, la creencia en una proporcionalidad razonable entre causa y efecto del caso 1 podría protegernos de la incertidumbre: sabemos seguro que después de la causa vendrá un efecto esperado y controlable, y no hay lugar para sorpresas desagradables. Así también, la creencia en una desproporción como la del caso 3 puede esconder la ilusión de aliviar culpas propias: si me esfuerzo mucho por ayudar a quien hice daño -causa grande-, lograré tranquilizarme sólo un poco -efecto pequeño- (aunque no mucho, porque ?debo? sufrir por el daño hecho).
Examinemos algunos ejemplos donde causas pequeñas producen grandes efectos, que es uno de los campos fértiles donde han germinado la teoría del caos y su efecto mariposa. Este listado de ejemplos no pretende ser exhaustivo sino representativo, y varios de estos ejemplos responden en realidad a los mismos mecanismos.
3. Causas pequeñas, grandes efectos.- El sentido común prescribe una cierta proporción entre la causa y el efecto: una fuerza pequeña produce un movimiento pequeño, y una fuerza grande, un gran desplazamiento. El psicoanálisis invoca la misma idea para justificar la idea de que una terapia breve produce pequeños cambios, y de que un tratamiento prolongado genera cambios más importantes.
Sin embargo, ciertas experiencias cotidianas y determinados planteos científicos nos obligan a considerar la posibilidad de algunas excepciones de aquellas impresiones subjetivas que habitan nuestra mente de físicos o psicólogos aficionados, tan acostumbrada a transitar la siempre útil, pero también la siempre peligrosa navaja de Occam, que todo lo simplifica. Examinemos entonces algunos ejemplos de desproporción cuantitativa -aparente o no- entre causas y efectos:
a) Efecto palanca: más allá de la metáfora, si uno tiene alguna palanca puede conseguir muchas cosas: "dadme una palanca y moveré el mundo", había dicho el griego. Un simple movimiento de palanca es una causa pequeña, pero puede producir grandes efectos. Las palancas, así como las poleas o las prensas hidráulicas, son dispositivos capaces de multiplicar varias veces un efecto, con el consiguiente ahorro de esfuerzo muscular.
b) Efecto gota de agua: Si agregamos una simple gota de agua al líquido contenido en un recipiente, este se derrama produciendo un efecto catastrófico sobre nuestro zapatos. Una gota más que agreguemos en la tortura china de la gota de agua que horada la piedra, producirá la insanía de quien la recibe. Una simple interpretación más, como al pasar, puede producir en el paciente un notable efecto de insight, en comparación con la aparente nimiedad de lo interpretado. Desde una lógica dialéctica, el efecto gota de agua es el producto de una acumulación cuantitativa que desemboca en un salto cualitativo.
c) Efecto interacción experimental: Descripto en algunos diseños experimentales, donde la acción conjunta de dos variables, lejos de producir un simple efecto sumativo, pueden generar un efecto inesperadamente mayor (o menor). Pequeñas cantidades de alcohol y de droga, combinadas entre sí, pueden producir un efecto desmesurado: el coma o la muerte (a).
d) Los fenómenos de cismogénesis descriptos por Gregory Bateson, y las escaladas simétricas o las "escapadas" mencionadas por Paul Watzlawick (b), todos fenómenos interpretables en términos de mecanismos de retroalimentación positiva. Un ejemplo es la escalada bélica, donde el país A se arma en previsión de un ataque del país B. El país B advierte esto y a su vez aumenta su armamento, con lo que el país A vuelve a aumentar su arsenal y así sucesivamente, creciendo cada vez más la situación en forma descontrolada. Esto revela que una pequeña causa (el país A que comenzó comprando tres tanques más) genera una situación internacional que bordea la catástrofe.
e) Von Bertalanffy, el mentor de la Teoría General de los Sistemas, describe la existencia de mecanismos amplificadores donde pequeñas causas generan grandes efectos (73, 223). Al respecto, cita un distinción entre causalidad de "conservación", donde hay una proporcionalidad razonable entre las intensidades de la causa y el efecto, y la causalidad de "instigación", donde la causa actúa como instigadora o disparadora, es decir, un cambio energéticamente insignificante provoca un cambio considerable en el sistema total.
f) Series complementarias: Hemos ya citado un ejemplo donde un factor desencadenante pequeño puede desatar clínicamente una psicosis o una neurosis, o puede sumir a una persona en una profunda crisis. La razón, según el psicoanálisis, debemos buscarla en el peso relativo que tiene cada elemento de la constelación de los factores que constituye la serie: si el factor constitucional y el factor disposicional (experiencias infantiles) son altamente propicios para configurar un cuadro neurótico, basta un muy pequeño factor desencadenante para que la sintomatología aparezca.
g) La conversión masa-energía: Según lo prescribe el principio de equivalencia masas-energía de Einstein, una pequeñísima porción de masa, bajo ciertas condiciones puede liberar enormes cantidades de energía. Ya en la física pre-einsteniana también se hablaba se cosas parecidas, en el contexto del concepto de energía potencial: una pequeña causa (soltar una piedrita a 3000 metros de altura), produce un efecto desastroso sobre la cabeza del que está abajo, considerando que la aceleración aumenta según la ley de la gravitación y sin considerar los efectos de rozamiento del aire.
h) Efecto mariposa.- Tal como fuera descripto originalmente en la meteorología, suele expresarse en frases del siguiente tipo: "El aleteo de una mariposa que vuela en la China puede producir un mes después un huracán en Texas" (¿tal vez una metáfora de la expansión económica japonesa en detrimento del capitalismo occidental?). Otros ejemplos podrían ser el efecto que produce en el mercado bursátil mundial el simple resfrío de un presidente, y también Einstein dijo lo suyo, aunque fue más romántico: "Hasta la más pequeña gota de rocío caída del pétalo de una rosa al suelo, repercute en la estrella más lejana".
Tales categorías de fenómenos tiene tres aspectos susceptibles de ser analizados separadamente: a) por un lado alude a una situación donde pequeñas causas generan grandes efectos, b) por otro lado alude a una situación que no podemos predecir: sabemos que el efecto puede ser muy grande, pero no podemos saber en que consistirá, ni muchas veces cuándo, dónde o cómo ocurrirá; y c) en tercer lugar alude a una situación de descontrol: muchas veces no podemos ejercer un control de la influencia de la causa sobre el efecto. Más concretamente, no sólo no podemos evitar que una mariposa aletee en la China, sino, y lo que es peor, no podemos avitar que, de aletear, se produzca un huracán en Texas. La imposibilidad de ejercer este control está relacionada con la imposibilidad de predecirlo, aunque no necesariamente: podemos predecir un eclipse, pero no podemos controlar su ocurrencia o no ocurrencia.
Recorreremos ahora los antecedentes de la teoría del caos y su relación con la matemática.
4. Poincaré: un precursor.- Ya en 1908, el matemático francés Henri Poincaré (1854-1912) había ensayado con sistemas matemáticos no lineales, habiendo llegado a ciertas conclusiones que, andando el tiempo, habrían que ser un importante antecedente histórico y conceptual de la teoría del caos.
Poincaré partió del esquema laplaceano según el cual, si conocemos con exactitud las condiciones iniciales del universo, y si conocemos con exactitud las leyes naturales que rigen su evolución, podemos prever exactamente la situación del universo en cualquier instante de tiempo subsiguiente. Hasta aquí, todo bien, pero ocurre que nunca podemos conocer con exactitud la situación inicial del universo, y siempre estaríamos cometiendo un error al establecerla. En otras palabras, la situación inicial del universo sólo podemos conocerla con cierta aproximación. Aún suponiendo que pudiéramos conocer con exactitud las leyes que rigen su evolución, nuestra predicción de cualquier estado subsiguiente también sería aproximada. Hasta aquí tampoco habría problema y podríamos seguir manteniendo el esquema determinista ya que lo aproximado de nuestras predicciones no serían adjudicables a un caos en la realidad sino a una limitación en nuestros conocimientos acerca de las condiciones iniciales. Efectivamente, los deterministas alegan que no es que los acontecimientos sean imprevisibles, sino que simplemente aún no hemos descubierto las leyes que permitan preverlos. Dicho sea de paso, a esto se opondrá Prigogine (c): el caos es imprevisible por naturaleza, puesto que para preverlo sería necesaria una cantidad infinita de información.
Sin embargo, Poincaré jugará con una hipótesis que le sugirieron ciertos sistemas matemáticos especiales: dirá que un pequeño error en las condiciones iniciales, en vez de provocar también un pequeño error en las últimas, provocaría un error enorme en éstas, con lo cual el fenómeno se vuelve impredecible y entonces lo adjudicamos al azar. Desde ya, este efecto multiplicativo del error no es debido a nuestra ignorancia o a nuestro limitado conocimiento de lo real, sino a la misma configuración de la realidad, que admite ese tipo de evoluciones erráticas. En una mesa de billar con forma cuadrada, podemos predecir la trayectoria de una bola arrojada contra una banda, pero...lo mismo no ocurre así si la mesa tiene forma de estadio. En este caso, la trayectoria se torna impredecible.
5. Lorenz: la perplejidad de una meteorólogo.- El efecto descripto por Poincaré se reactualiza en la década del ?60, por obra y gracia del meteorólogo y matemático norteamericano Edward Lorenz. Su perplejidad tenía mucho que ver con la imposibilidad de pronosticar fenómenos climáticos más allá de un cierto número de días, y no era para menos, toda vez que lo que uno espera de un meteorólogo son, precisamente, predicciones acertadas. A comienzos de la década del ?60, Lorenz se puso a elaborar un modelo matemático para predecir fenómenos atmosféricos, y por casualidad descubrió que la misma herramienta matemática que utilizaba estaba fallando: pequeños cambios en las condiciones iniciales producian diferencias asombrosas (léase inesperadas, impredecibles) en el resultado, con lo cual las predicciones meteorológicas a mediano o largo plazo resultaban imposibles. La tradicional certeza de la matemática no podía compensar la tradicional incertidumbre de la meteorología, ya que el virus de la incertidumbre había invadido el mismísimo cuerpo de la madre de las ciencias exactas.
Si la misma matemática permite que de pequeños cambios iniciales se produzcan al final grandes cambios, entonces toda otra ciencia que, como la meteorología, intente fundarse en la matemática, habrá de pronosticar grandes catástrofes a partir de pequeñas alteraciones ambientales. Fue así que nace el ?efecto mariposa?, que habla de pequeños cambios (el aleteo de una mariposa en Pekín) con grandes consecuencias (un huracán en Arizona).
6. El caos invade otras ciencias.- La obra de Lorenz estimuló nuevas investigaciones sobre la cuestión, y dio lugar finalmente a la creación de un nuevo campo matemático: la teoría del caos, cuyo ejemplo más manoseado es el que relaciona invariablemente insectos lepidópteros con países orientales y occidentales.
Si un fenómeno como el descripto no puede predecirse, ello puede deberse en principio y como mínimo a una de tres razones: a) la realidad es puro azar, y no hay leyes que permitan ordenar los acontecimientos. En consecuencia: resignación. b) la realidad está totalmente gobernada por leyes causales, y si no podemos predecir acontecimientos es simplemente porque aún no conocemos esas leyes. En consecuencia: tiempo, paciencia e ingenio para descubrirlas. c) En la realidad hay desórdenes e inestabilidades momentáneas, pero todo retorna luego a su cauce determinista. Los sistemas son predecibles, pero de repente, sin que nadie sepa muy bien porqué, empiezan a desordenarse y caotizarse (periodo donde se tornarían imposibles las predicciones), pudiendo luego retornar a una nueva estabilidad. En consecuencia: empezar a investigar porqué ocurren estas inestabilidades, porqué el orden puede llevar al caos y el caos al orden y, eventualmente, si pueden crearse modelos para determinar, un poco paradójicamente, si dentro del mismo caos hay también un orden. La tercera solución fue la elegida por quienes desde entonces en más concentraron sus neuronas en la teoría del caos, y ello en las más diversas disciplinas científicas.
Estas investigaciones comenzaron en la década del 70: los fisiólogos empezaron a investigar porqué en el ritmo cardíaco normal se filtraba el caos, produciendo un paro cardíaco repentino; los ecólogos examinaron la forma aparentemente aleatoria en que cambiaban las poblaciones en la naturaleza; los ingenieros concentraron su atención en averiguar la razón del comportamiento a veces errático de los osciladores; los químicos, la razón de las inesperadas fluctuaciones en las reacciones; los economistas intentaron detectar algún tipo de orden en las variaciones imprevistas de los precios. Poco a poco fue pasando a un primer plano el examen de ciertos otros fenómenos tan inherentemente caóticos y desordenados que, al menos en apariencia, venían a trastocar la imagen ordenada que el hombre tenía del mundo: el movimiento de las nubes, las turbulencias en el cauce de los ríos, el movimiento de una hoja por el viento, las epidemias, los atascamientos en el tránsito de vehículos, los a veces erráticos dibujos de las ondas cerebrales, etc.
Un ejemplo bastante elocuente y bien doméstico es la progresión del humo de un cigarrillo. Este humo no newtoniano comienza subiendo y siguiendo un flujo laminar suave (un ?hilito? de humo que sube) pero de repente se quiebra generándose un flujo turbulento (las ?volutas?): del orden hemos pasado misteriosamente al caos. Existe un recurso matemático (d) que permite predecir cuándo ocurrirá esta turbulencia (la fórmula de Reynolds), pero sin embargo no sirve para aclarar porqué ocurre. Estamos, al respecto, como los antiguos, que podían predecir la trayectoria del sol en el cielo pero no sabían a qué se debía (y entonces invocaban o bien razones fundadas en la mitología o bien en las apariencias, como afirmar que el movimiento del sol es real, cuando hoy sabemos que es aparente, ya que es un efecto generado por la rotación de la tierra).
7. Caos en la matemática y la psicometría.- Lorenz, hemos dicho, había detectado sistemas caóticos dentro mismo de la matemática al advertir que pequeñas variaciones iniciales generaban grandes cambios en el resultado. Investigaciones posteriores en esta misma disciplina fueron revelando nuevos aspectos de la misma cuestión. Tomemos dos ejemplos en los cuales pueden advertirse situaciones aparentemente caóticas, siempre dentro del dominio de la matemática.
Ejemplo 1) En 1976, el físico norteamericano Mitchell Feigenbaum advirtió que cuando un sistema ordenado comienza a evolucionar caóticamente, a menudo es posible encontrar una razón específica de la misma: una figura cualquiera se dobla una y otra vez y va complejizándose progresivamente.
El ejemplo típico son los fractales, estructuras geométricas donde cada parte es una réplica del todo. El ejemplo más sencillo (si bien no es de Feigenbaum sino que corresponde al llamado conjunto de Cantor) es un segmento de recta (elemento de partida o iniciador) que se divide en tres partes iguales. Quitamos el segmento central y unimos los dos restantes, y con cada uno de estos últimos repetimos la operación indefinidamente, hasta que el segmento original queda subdivido en segmentos cada vez más pequeños, que son una réplica del segmento mayor (cada parte es una réplica del todo).
Feigenbaum descubrió también que, luego de cierto número de operaciones de doblaje (en el ejemplo, de dividir el segmento en tres y separar el central uniendo el resto), el sistema adquiere cierto tipo de estabilidad. Esa constante numérica, llamada el número de Feigenbaum, puede aplicarse a diversos sistemas caóticos, incluso los que aparecen en la naturaleza, como podría ser el crecimiento de las hojas en un árbol, o el despliegue de un relámpago. Todo estos fenómenos parecen en principio caóticos, pero mediante el modelo de Feigenbaum puede descubrirse en ellos una regularidad que estaba oculta.
Ejemplo 2) La iteración es un proceso por el cual hacemos una operación, obtenemos un resultado, a este resultado volvemos a aplicarle la misma operación, y así sucesivamente. Por ejemplo a 1 le sumo 1 y obtengo 2. Al resultado 2 vuelvo a sumarle 1 y obtengo 3, y así en forma iterativa (es decir, repetitiva). Otro ejemplo puede ser el siguiente: partimos del número 16 y vamos dividiéndolo por 2 en forma iterativa, con lo cual obtendremos sucesivos resultados que son: 8, 4, 2, 1, 1/2, 1/4, 1/8, etc., El conjunto de todos estos resultados se llama ?órbita? del número 16, que había sido nuestro número de partida. Esta serie orbital es ostensiblemente predecible, o si se quiere hay un orden evidente: los sucesivos números van adquiriendo valores decrecientes, ya que cada nuevo orbital resulta ser la mitad del orbital anterior:
miércoles, 10 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
La belleza de lo grotesco
Entre las 140 obras que permiten al público conocer mejor a uno de los más grandes artistas belgas del siglo pasado se encuentra la colección completa de sus famosos grabados, algunos en blanco y negro y otros en color (colección Frank Deceunick), así como seis óleos, entre ellos los tres que se conservan en España (Colección Thyssen-Bornemisza y Museo de Bellas Artes de Bilbao), Los cocineros peligrosos (Colección privada, Bélgica) en la imagen de la izquierda se puede distinguir a dos cocineros cuyos rostros corresponden a los dos directores de la revista l’Art Moderne cocinando las cabezas de James Ensor y otros artistas para darles a los críticos de arte que esperan en el comedor.
http://www.iphonedevsdk.com/forum/members/revadacarba.html |
http://forums.comingsoon.net/member.php?u=58150 También se pueden ver otras obras como el Retrato de Dario de Regoyos (Colección Dexia Bank), pintor español que vivió en Bruselas a instancias de su amigo Isaac Albéniz. El genio transgresor de James Ensor puede verse en la capilla de la Fundación Carlos de Amberes en varias piezas con formatos menos convencionales: un cartón (2,57 x 4,25 m) de su obra más emblemática, La entrada de Cristo en Bruselas, realizada por Ensor y el artista y crítico Paul Haesaerts en 1930, que se presenta por primera vez junto al tapiz encargado en 2008 por un coleccionista particular. |
No dejó su ciudad, que representó una y otra vez, excepto entre 1877 y 1880, para estudiar en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas, que abandonó por “aburrimiento”. En 1883 fundó con Fernand Khnopff, entre otros artistas, el círculo de vanguardia Les XX, y a partir de 1886 se volvió cada vez más simbólico, con una presencia recurrente de la figura de Cristo con el que se identificó en varios de sus autorretratos. |
El recorrido de la exposición se divide en cuatro secciones centradas en los temas que marcaron la vida de James Ensor: Yo y los otros (retratos y autorretratos), Naturaleza belga (paisajes y marinas), Cristo revisitado (religión), y La gran farsa (máscaras, esqueletos, ironías). Cada artista tiene un estilo propio que le hace reconocible e inconfundible, normalmente reflejado en una obra paradigmática que resume toda su trayectoria. Para James Ensor sin duda esa obra es La Entrada de Cristo en Bruselas el Martes de Carnaval de 1889 (Fundación Getty, Los Ángeles). En ella el artista belga conjuga la estridente riqueza cromática, las figuras extravagantes, el carnaval, la muerte y la sátira social, es decir, todos los elementos que le definen como uno de los artistas belgas más significativos y precursor de movimientos como el expresionismo y el surrealismo. |
Por último, y como un guiño a uno de sus elementos preferidos, se presentan varias máscaras procedentes del Museo internacional del carnaval y la máscara de Binche.
La exposición “James Ensor. La belleza de lo grotesco” que contó con la presencia del Ministro de Bélgica, Yves Leterme, está organizada por la Fundación Carlos de Amberes en el marco de la Presidencia belga de la Unión Europea. La muestra comisariada por Xavier Tricot, permanecerá abierta al público hasta el 8 de diciembre de 2010, en la sede de la Fundación Carlos de Amberes en Madrid.


La muestra, comisariada por Xavier Tricot, experto en la obra del artista, se divide en cuatro secciones que engloban los temas principales de su obra. A través de este recorrido completo y apasionante por su carrera y sus obsesiones (Ostende, la religión, el carnaval, la muerte, el propio Ensor…) se podrá conocer algo más de este artista belga, dotado de un complejo carácter que configuró una iconografía personalísima y muy influyente.
Con motivo de la exposición se ha publicado el catálogo razonado en español de toda la producción como grabador de James Ensor, elaborado por el comisario Xavier Tricot.
lunes, 1 de noviembre de 2010
¿Cómo me veo a mí mismo y al mundo que me rodea?
¿Cómo me veo a mí mismo y al mundo que me rodea?
Insignificante… ¿Qué si no puedo ser cuando hay más de seis millones de personas iguales que yo? Todos
tenemos las mismas ilusiones, vemos la misma realidad y vivimos en la misma época; influimos en nuestro entorno más cercano y son sólo unos pocos los que deciden por nosotros. No soy más que un ser insignificante metido en un mundo en el que todos somos iguales, pero a la vez muy distintos… parece contradictorio pero no lo es. Que se lo pregunten si no al niño africano que recorre todos los días veinte kilómetros para ir al colegio o al segundo hijo de una familia china abandonado en un orfanato. ¿Tienen acaso ellos algo que ver con el hijo del presidente de los Estados Unidos? Sí, que son seres humanos. Pero el entorno que les rodea hace las grandes diferencias entre ellos.
La vida de una persona no es la misma sin su entorno, sin una sociedad con la que relacionarse, reírse o abrearse. Imaginen una vida en la que los estudios, los amigos, la familia y la diversión sean los principales alicientes del mundo que le rodea. Ni una mala cara, pocas peleas y riñas, gestos de agradecimiento, apoyo en los buenos y malos momentos… imaginen esa vida y estarán adentrándose en mi mundo. Me veo respaldado y seguro y aunque sé que lo bueno no dura siempre, he de reconocer que no tengo ningún problema grave como para amargarme la existencia.
Mírenlo desde este punto de vista, ¿cómo voy a tener problemas si he nacido en un país desarrollado donde apenas hay abusos, donde cualquier ley te ampara o donde la higiene, la salud y la alimentación se ven como algo normal, como algo que ha nacido junto a nosotros?
Ése es el mundo que me rodea. Un mundo libre que tiene defectos y cosas buenas. Sería un poco egoísta por mi parte criticar nuestro mundo por la contaminación o los excesos de algunos sectores de la sociedad
cuando en otros países hay gente muriéndose de hambre. Por eso digo que me veo a mí mismo y al mundo
que me rodea como una mezcla de casualidades en las que el destino me ha brindado la oportunidad de ser feliz junto a una familia y a unos amigos que me quieren.
Insignificante… ¿Qué si no puedo ser cuando hay más de seis millones de personas iguales que yo? Todos
tenemos las mismas ilusiones, vemos la misma realidad y vivimos en la misma época; influimos en nuestro entorno más cercano y son sólo unos pocos los que deciden por nosotros. No soy más que un ser insignificante metido en un mundo en el que todos somos iguales, pero a la vez muy distintos… parece contradictorio pero no lo es. Que se lo pregunten si no al niño africano que recorre todos los días veinte kilómetros para ir al colegio o al segundo hijo de una familia china abandonado en un orfanato. ¿Tienen acaso ellos algo que ver con el hijo del presidente de los Estados Unidos? Sí, que son seres humanos. Pero el entorno que les rodea hace las grandes diferencias entre ellos.
La vida de una persona no es la misma sin su entorno, sin una sociedad con la que relacionarse, reírse o abrearse. Imaginen una vida en la que los estudios, los amigos, la familia y la diversión sean los principales alicientes del mundo que le rodea. Ni una mala cara, pocas peleas y riñas, gestos de agradecimiento, apoyo en los buenos y malos momentos… imaginen esa vida y estarán adentrándose en mi mundo. Me veo respaldado y seguro y aunque sé que lo bueno no dura siempre, he de reconocer que no tengo ningún problema grave como para amargarme la existencia.
Mírenlo desde este punto de vista, ¿cómo voy a tener problemas si he nacido en un país desarrollado donde apenas hay abusos, donde cualquier ley te ampara o donde la higiene, la salud y la alimentación se ven como algo normal, como algo que ha nacido junto a nosotros?
Ése es el mundo que me rodea. Un mundo libre que tiene defectos y cosas buenas. Sería un poco egoísta por mi parte criticar nuestro mundo por la contaminación o los excesos de algunos sectores de la sociedad
cuando en otros países hay gente muriéndose de hambre. Por eso digo que me veo a mí mismo y al mundo
que me rodea como una mezcla de casualidades en las que el destino me ha brindado la oportunidad de ser feliz junto a una familia y a unos amigos que me quieren.
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